jueves, 16 de abril de 2009

CNN y Al Jazeera: ¿Orientalismo y respuestas reflejas?
Imaginemos por un segundo que nos encontramos en el mes de septiembre del año 490 antes de Cristo. La locación es la llanura de Maratón, en el noroeste de Atenas, Grecia. En este lugar, se lleva a cabo una cruenta batalla entre los ejércitos helénicos y las tropas del imperio Persa, quienes se encuentran a punto de sellar con sangre y hierro uno de los episodios más importantes de las primeras Guerras Médicas. En el medio, nos encontramos como espectadores estupefactos de soberana muestra de gallardía o desperdicio inútil de vidas humanas –como quieran llamarle- pero presumamos que sin ninguna afección a ninguno de los bandos. Sólo vemos la batalla que marcaría el fin de este primer enfrentamiento entre los Medos, los venidos desde el oriente, y los occidentales guerreros griegos. Ahora intentemos imaginar cómo podría la población mundial de ese entonces –sumando sólo a quienes habitaban los continentes conocidos- haberse enterado del desenlace de este conflicto sin la existencia de los actuales grandes medios de comunicación y redes sociales esparcidas por todo el globo y unidos por el satélite y la fibra óptica.

No hay modo. Excepto el trabajo de los cronistas. Y de los cronistas de un bando u otro. Por lo menos, hoy, más de 2 mil años después de este episodio nosotros sólo podemos apegarnos a los escritos en lenguajes occidentales que abundan en la red y en nuestros textos escolares. En reseñas de aquellos cronistas como Heródoto, que a través de sus libros V y VI, nos permiten saber que los griegos siempre lucharon en minoría numérica contra los bárbaros y que los iranios perdieron la guerra por “la organización estratégica persa, que hacía combatir a sus hombres agrupados por nacionalidades, no por armas, lo que debilitaba militarmente a sus fuerzas pero era necesario para mantener la disciplina en un ejército que combatía en su mayor parte (con la excepción de medos y persas propiamente dichos) para un monarca invasor de su propio país, invadiendo otro país extraño… los griegos, al contrario de sus enemigos, estaban animados por un patriotismo muy alimentado por los logros políticos de la democracia ateniense, hija de las reformas de Clístenes, que hacía de los ciudadanos de Atenas hombres especialmente libres y con derechos políticos, en comparación con los súbditos de otras naciones organizadas, regidas casi todas por déspotas absolutos”[1].

El extracto anterior representa fielmente la visión de occidente sobre los invasores persas, y de ahí en más, una construcción valórica y prejuicios sobre las diferencias entre las culturas de uno y otro lado del mundo hasta entonces conocido. Y se trata además de una declaración de verdad de la que todo occidente se nutrió para conocer su verdad sobre estos bárbaros medos. Podríamos decir, volviendo al ejemplo de medio de comunicación masivo, que la cronología de Heródoto, fue el primer reporte de CNN. Fue, en suma, el primer constructo mediático en la historia sobre la forma en que las personas de este lado del mundo debieran conocer y mirar al medio oriente.

Validación social

Cuando el palestino estadounidense Edward Said definió el concepto Orientalismo, quiso poner de manifiesto la verdad no asumida de nuestra sociedad, de querer construir una imagen del medio oriente basada en los prejuicios y juicios valóricos con los que medimos lo bueno y lo malo en nuestro propio mundo occidental. En palabras de Said, el orientalismo es una "disciplina sistemática a través de la cual la cultura europea ha sido capaz de manipular e incluso dirigir Oriente, desde un punto de vista político, sociológico, militar, ideológico, científico e imaginario a partir del período posterior a la Ilustración"[2]. Es la eterna lucha entre el colonizador y los colonizados, los papeles inversos en dónde todo lo malo de oriente se puede comparar con todo lo bueno de occidente. Una práctica de siglos, en las que las universidades han jugado el rol fundamental de perpetuar los prejuicios validándolos con fardos de libros e investigaciones en dónde se pueden recopilar miles de páginas referenciando al Islam, comparado con los valores del cristianismo.

Sin embargo pasado los años y cambiando el escenario de validación social, desde las universidades y círculos científicos, las universidades han cedido el trono del prejuicio hacia el medio oriente entregando el cayado a los grandes medios de comunicación. En la era de las informaciones, dónde cada vez las tecnologías nos permiten acceder en un día, a toda la información que una persona podría haber recabado durante su vida en la edad media, son los medios de comunicación los encargados de socializar las construcciones que componen nuestro mundo. Son el primer eslabón de la cadena, secundadas por instituciones como la familia, la iglesia aún en Sudamérica, y por supuesto la escuela.

Edward Said, en el texto “Orientalismo: 25 años después”[3] donde hace alusión al cuarto de década desde la aparición de su polémico libro, explica en breves palabras el poder de los medios de comunicación y su rol en este nuevo entramado social, dónde el prejuicio y construcción del otro, sigue siendo una labor fundamental para el ejercicio de poder y validación del imperialismo reinante. Así, Said expresa relacionando la escalada violentista de occidente contra el oriente –en particular de los Estados Unidos, digámoslo- que “Los acompañantes de esta prédica guerrerista son CNN y Fox, más la miríada de locutores y anfitriones de programas de radio, evangélicos y de extrema derecha, innumerables tabloides e inclusive revistas clasemedieras, todos ellos lanzados a reciclar las mismas ficciones no verificables y las vastas generalizaciones que acicatean a América contra el demonio extranjero”.

Si bien Said también señala que son miles los libros presentes en estanterías que hablan acerca del recalcitrante poder y amenaza de medio oriente, con sus terroristas, fundamentalistas islámicos y miles de misiles apuntado directo hacia acá, sin duda que el gran aporte al imaginario colectivo de nuestra sociedad sobre “cómo son realmente” nuestros pares de la otra mitad del mundo, han sido los mass media y en particular la televisión.

Creando a Bin Laden

Hasta hace 7 años atrás nadie tenía idea quién era Osama Bin Laden. Menos en Chile, donde el 11 de septiembre tenía olor a enfrentamiento nacional y nada más. A lo más sonaba a árabe. Nadie lo hubiese recordado como aquel personaje que le prestó ayuda a la CIA para atacar al régimen del difunto Sadam Hussein. Que fue armado por los mismos mecanismos estadounidenses y que luego, vaya, se transformaría un 11 de septiembre de 2001 en la cara visible de la maldad en el mundo. Y cómo no iba a hacerlo, si es que… ¿existe alguna persona en Chile que no haya visto caer las torres gemelas a través de televisión?, acaso ¿habrá alguien que no se haya enterado que existían países como Afganistán hasta ese entonces, que eran “cuna” de terroristas y de fundamentalistas islámicos? Todas estas ideas llevadas directamente hasta nuestras casas gracias al satélite y a CNN, por supuesto. La primera gran cadena en trasmitir una guerra en vivo. Si bien ya lo venía haciendo desde la Tormenta del Desierto en la guerra del Golfo Pérsico, donde los primeros ataques estadounidenses sobre Bagdad llegaron hasta el mundo a través de la voz de Bernard Shaw, fue en Afganistán donde más fuertemente se notó el impacto mediático de la televisora norteamericana pues estuvieron presentes desde el primer instante, desde los portaviones, tanques, entre la infantería, de cualquier modo, llevando hasta los hogares todas las alternativas de una guerra en un país repleto de terroristas y de personas llamadas talibanes (¿qué era un talibán a esa altura?).

La construcción social acerca de lo que representaba un régimen de gobierno liderado por afanes religiosos y culturales sin duda que sonaba extraño. No es democrático, por eso CNN nos mostró por televisión la operación “Libertad Duradera”, el esfuerzo militar estadounidense por librar a la gente de Afganistán de los afganos… Digamos, “Libertad”, ¿estaban oprimidos? Hasta entonces llevaban algunos años de paz después de librarse de la invasión rusa en 1989. Un pueblo valeroso que hasta el día de hoy es la pesadilla incluso de los spetnatz rusos, que con un territorio arrasado logró la victoria y la expulsión de los soviéticos con piedras y palos (así los mostró Hollywood en Rambo 3…) ahora, a través de las pantallas de CNN eran tristes personajes con largas barbas que debían ser salvados de sí mismos y del Islam.

Esta continua práctica de construcción social por parte de verdaderos brazos logísticos de la propaganda imperialista occidentalista por supuesto que no pasaba desapercibida para nadie. Mucho menos para las personas de oriente, que durante muchos años cargaron con los prejuicios noticiosos sobre su cultura, y en particular, con su religión. Que durante siglos han visto como occidente los ha construido con los colores y matices necesarios para hacerlos objeto de culto o folclore. Y lo que es peor, para hostilizar aquello que huela a oriente. Said, lo dice cuando se pregunta “¿Existe una manera de evitar la hostilidad expresada por la división de los hombres entre "nosotros" y "ellos". Pues estas divisiones son ideas generales que se han utilizado a lo largo de la historia y se utilizan en el presente para insistir en la importancia de la distinción entre unos hombres y otros con fines que, en general, no han sido ni son especialmente admirables?”[4].

Al Jazeera: la mirada desde el otro

Pensando quizás en la respuesta al planteamiento anterior, el invierno de 1996 nace en Qatar la primera gran cadena de noticias árabe. La Isla, o en su nombre más popular, Al Jazeera, se convirtió en la primera medida del Sheikh Hamad quién tras un golpe de Estado pacífico empezó un programa de apertura política en su emirato, dando la pauta con este nuevo concepto televisivo. Pero sin duda era mucho más que eso. Era el ojo mirando al medio oriente, ya no con el prejuicio inquisidor, sino con la pureza e inocencia de quién se mira a sí mismo, se reconoce en sus defectos pero valora sus virtudes. Ya no con odaliscas bailando de fondo ni alfombras voladoras. Sino con gente. Gente que vive en el medio oriente.

Se puede presumir que ante la cruzada bélica que se había comenzado a gestar contra oriente desde 1991 tras la guerra del Golfo Pérsico, hubo árabes visionarios que comprendían que la maquinaria bélica imperialista era una amenaza a la que no sólo debía hacérsele frente en un campo de batalla, pues “… el real choque de las civilizaciones, hasta ahora, no se ha librado en los campos de batalla, sino en nuestros salones y en nuestras mentes. Las opiniones fundamentadas sobre ‘el otro’ son el pilar de la cobertura de la guerra actual en los medios, en donde cada idea promete contar algo más real sobre el enemigo”[5] citan los autores del primer libro sobre la historia de la televisora árabe.

Tal ha sido el impacto de Al Jazeera desde su creación hasta la fecha que “… no sólo terminó con el monopolio occidental de la difusión global de la información, sino que además ha sido capaz –y con éxito– de mostrar al mundo entero la realidad de su región y de su civilización –para emplear la terminología de Huntington– desde una mirada distinta. De paso, la cadena árabe ha reafirmado los valores de la proximidad de la información y también de la necesidad de objetividad y credibilidad en la competencia de las grandes cadenas televisivas”[6].

Sus lecturas sobre la actualidad en el mundo árabe son sin duda directas y libres de cualquier filtro. Un ejemplo de ello ha sido su constante emisión de videos de Al Qaeda, con los comunicados que su líder, Osama Bin Laden manda a los infieles de este lado del mundo. Una provocación abierta hacia el imperialismo piensan algunos, mientras que para su jefe de redacción con base en Doha, Qatar, Ibrahim Helal estos videos carecen de sentido para ser juzgados “¿Por qué? Porque es parte de la crisis. Estados Unidos lucha en Afganistán debido a la presencia de la gente de Al-Qaida. Por ello, es importante saber lo que este "enemigo" piensa y qué mensaje quiere hacer llegar. No creo que dañe la relación entre el mundo islámico y occidente porque siempre tenemos comentadores de ambos lados. Por ejemplo, algún portavoz de los estadounidenses, seguido por algún experto que evalúa la validez de los argumentos religiosos de Al-Qaida, y a veces una tercera persona neutral para refinar el análisis”[7].

Sin embargo bien sabemos que los videos de Bin Laden están prohibidos en CNN, pues también han llegado copias a sus oficinas en Jalalabad, pero por órdenes de Atlanta no han sido emitidos, explica Ibrahim Helal, añadiendo “Nunca hemos avalado estos actos de violencia. Hay que ver estas cintas como una fuente de información porque, si escondemos esta parte, ¿quién puede mostrarla entonces?". En definitiva, el legítimo derecho de construir el conflicto desde su mirada, desde su percepción hacia el mundo árabe.

Al Jazeera: ¿consolidación del Orientalismo?

Ante la creación de este canal de noticias oriental, también se puede desprender que eventualmente la conducta refleja de comenzar a construir la identidad de medio oriente a través de un medio de comunicación masivo reconoce la visión con que occidente ha secularizado la propia identidad del mundo árabe. De alguna forma, una mirada crítica diría que Al Jazeera se encuentra realizando el trabajo que precisamente, occidente desea que realice. Este juego mediático es la gran invención del imperialismo, el arma más poderosa, y jugar con sus mismas artes el juego de la guerra y de las crisis internacionales es sin duda el reconocimiento y sometimiento más notorio con que los medos reconocen que bailan al mismo son del mundo occidental.

Sostener esta tesis, significa pensar que como presume ya Said, este juego de respuesta refleja es la firma con que el mundo árabe se comienza a ver a sí mismo con los mismos ojos de occidente. En otras palabras, el nacimiento de Al Jazeera puede leerse como el predominio de un pensamiento que se acerca peligrosamente a una “realidad humana hetereogénea, dinámica y compleja desde una postura esencialista y no crítica, lo que sugiere la existencia de una realidad oriental perdurable y de una esencia occidental opuesta, pero no menos perdurable, que observe Oriente desde lejos y desde arriba"[8].

[1]Heródoto, Los Nueve Libros de la Historia. (1987/1992), Historia, Obra completa. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1477-6.
[2] SAID, Edward. Orientalismo. Editorial Debate.
[3] http://www.mundoarabe.org/orientalismo_edward_said.htm 8 de agosto de 2008, 16.00.00 hrs.
[4] http://www.mundoarabe.org/orientalismo_edward_said.htm 8 de agosto de 2008, 16.00.00 hrs.
[5] EL-Nawawy e ISKANDAR, Al-Jazeera: The story of the network that is rattling governments and redefining modern journalism. Westview Press, EE.UU. 2003.
[6] EL-Nawawy e ISKANDAR, Al-Jazeera: The story of the network that is rattling governments and redefining modern journalism. Westview Press, EE.UU. 2003.
[7] Entrevista BBC Mundo. http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_1639000/1639337.stm 8 de agosto de 2008. 17.45 hrs.
[8] SAID, Edward. Orientalismo. Editorial Debate.

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